A continuación, os presentamos la constelación que hemos creado siguiendo los elementos literarios y multimodales que aparecen en ella:
Ahora os dejamos con el relato literario que hemos creado siguiendo dichos los elementos:
No abráis la puerta
Érase una vez, en un lejano reino, una madre cabra llamada Caperucita Roja que vivía junto a sus siete pequeños cabritillos en un pueblo de Galicia. Caperucita Roja iba vestida de rojo con una capucha del mismo color que siempre llevaba puesta. Era una madre muy cariñosa y protectora, que siempre estaba pendiente de sus hijos.
Un día, Caperucita Roja tuvo que ir al mercado a comprar comida. Antes de partir, le dijo a sus pequeños cabritillos.
No se os ocurra abrir la puerta a nadie, hijos míos, hay un ogro malvado por las afueras y he escuchado que come todo lo que encuentra. ¡Tened mucho cuidado!
Los cabritillos obedecieron a su madre y prometieron no abrir la puerta a nadie.
¡Sí mamá! Te lo prometemos- exclamaron los pequeños cabritillos.
Mientras Caperucita Roja estaba en el mercado, Shrek, el ogro malvado que merodeaba por los alrededores, se acercó a la casa disfrazado de Caperucita Roja y llamó a la puerta.
Hola hijitos queridos, ya he vuelto. Abridme la puerta que llevo mucha compra y no puedo entrar con las bolsas- dijo Shrek imitando la voz de Caperucita.
Los cabritillos, que no sospechaban que era Shrek, abrieron la puerta.
De repente, vieron un ogro verde y gigante de 2 metros y medio en la puerta de la casa. Llevaba un vestido rojo con una capucha roja por donde le salían las orejas.
HORA DE MERENDAR. UAAAAAAAAAAAAAAA- gritó Shrek al entrar a la casa.
¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOO!!- exclamaron todos los cabritillos.
Un cabritillo se escondió en el armario y vio cómo Shrek se comía a sus hermanos.
Cuando Shrek se fue, salió el cabritillo escondido, el más pequeño de los siete. Al ser tan pequeño, era muy ágil y astuto. Se quedó pensando y dijo para sí mismo:
No puede ser, ¿ahora que hago?
Se volvió rápidamente al armario de donde salió y se puso sus botas preferidas para encaminarse a casa de su abuela, una bruja muy poderosa. Al entrar a la casa le dijo a la abuela:
Abuelita, necesito ayuda. El ogro malvado se ha comido a mis hermanos, mamá se ha ido al mercado, no va a volver, no sé qué hacer abuelita, yo estaba asustado y, y …
La abuela se acercó al pequeño cabritillo y le dijo:
Tranquilo cariño, todo tiene solución. Seguro que un amigo mío te puede ayudar. Tendrás que ir a su reino, el reino de Sant Jordi y hablar con él. Seguro que puede hacer algo por tus hermanos. Pero antes, tendrás que enfrentarte a Shrek. Te voy a dar la herencia del abuelito Hansel.
La abuelita se acercó a su pared, y la atravesó con la mano. Cuando pestañeó el pequeño cabritillo, encontró a su poderosa abuelita con una espada que desprendía una brillante y potente luz.
Esta espada se la regalé al abuelito Hansel y siempre la utilizaba para proteger a la familia. Ahora, tienes que traer de vuelta a tus hermanos- le dijo al cabritillo mientras le entregaba la espada.
El cabritillo, valiente y seguro de sí mismo, agarró la espada y se encaminó a su casa.
Se encontró con Shrek a las afueras de su casa y decidió enfrentarlo.
Shrek intentó golpearle después de lanzar un grito espeluznante, y el valiente cabritillo empuñó la espada y le golpeó. El cabritillo, nada más tuvo que asestar ese golpe y Shrek se desvaneció, dejando como rastro una piedra reluciente.
El pequeño cabritillo la agarró y escuchó de repente:
Hermanito, ¡tienes que salvarnos!- dijeron todos los hermanos del cabritillo.
El pequeño cabritillo se asustó al escucharlos, y de sopetón le vinieron a la cabeza las palabras de la abuela: “Tienes que ir al reino de Sant Jordi y salvar a tus hermanitos”.
Así que, emprendió el viaje hasta el reino, un viaje no muy lejos, y que junto a sus queridas botas podría hacer sin ningún problema.
El reino en realidad no era un reino, sino un palacio en medio de un prado. Un gran palacio con un patio que tenía como entrada una fuente que no paraba de lanzar agua por su lujosa estructura.
El pequeño cabritillo rodeó la estructura acercándose a las puertas del majestuoso palacio. Tocó las puertas y se abrieron mágicamente sin que nadie las empujara, encontrándose con unas pequeñas escaleras y un joven encima de un trono.
Subió las escaleras y se dirigió al trono. Una vez allí, habló al joven:
Sant Jordi, necesito tu ayuda- le dijo el cabritillo.
Lo sé pequeño, tan solo acerca esto al criplénix- San Jordi señaló una piedra brillante.
El cri, ¿qué?
Tan solo, acerca esto a la piedra reluciente que tienes en el bolsillo- le explicó Sant Jordi.
Y le entregó una rosa, una bella y joven rosa que parecía recién recogida.
La acercó, y en ese preciso momento pestañeó, como puede hacer cualquiera de nosotros, pero no estaba allí, sino en su propia casa. Estaba en el poblado, junto a sus seis hermanos. El cabritillo se dio cuenta de que había retrocedido al pasado. El cabritillo, completamente sorprendido, no sabía qué había hecho Sant Jordi ni cómo, pero ya estaba junto a sus hermanos otra vez.
De golpe… Llamaron a la puerta:
Hola hijitos queridos, ya he vuelto. Abridme la puerta que llevo mucha compra y no puedo entrar con las bolsas.
¡No abráis hermanos, no abráis!- exclamó el pequeño cabritillo.
Es verdad, mamá dijo que no abriéramos- dijeron otros cabritillos al unísono.
FIN
Por último, podréis acceder al enlace y ver el booktrailer sobre el relato literario que hemos creado:
https://youtu.be/PBqD7Do7ljE?si=tWu6UsGPEMdYvLas
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