RELATO LITERARIO
Érase una vez, un rey y una reina que vivían en una gran aldea. Estos ansiaban tener una hija y al
tiempo del matrimonio tuvieron una hija bella con cabellos negros como el carbón, llamada Elisabeth.
Después de su nacimiento, sus padres realizaron una fiesta de bienvenida con todos los alimentos que habían cosechado e invitaron a sus familiares, amigos y a las hadas madrinas que conocían. Cuatro de las hadas llamadas Margarita, Amapola, Rosa y Violeta le concedieron cuatro virtudes a su hija. Las virtudes fueron belleza, una melodiosa voz, sabiduría y cuando la cuarta hada iba a concederle su virtud, llegó la hada malvada, Maléfica. Esta le dijo que, al cumplir los dieciocho años, mordería una manzana envenenada y moriría (1), pero la cuarta hada Margarita consiguió que en vez de morir, el hechizo se convirtiese en un sueño profundo hasta que recibiera un beso verdadero. Todos los invitados se quedaron sorprendidos y el rey mandó retirar todas las manzanas que había en la aldea. Al paso de los años, los habitantes se olvidaron de aquel marcado día. Elisabeth creció arropada por el amor de sus padres, era muy querida por el pueblo pero, al cumplir los dieciocho años, llegó el momento de aquella maldición. Una viejita muy encantadora le ofreció una reluciente manzana y Elisabeth, como no sabía nada de su maldición, se la comió (1). Al comérsela se acostó en la cama y cayó rendida en un sueño profundo. Sus padres al ver que no acudía a la recolecta de la cosecha fueron a buscarla y vieron la manzana mordida y que ella no se despertaba porque estaba en un sueño profundo. La maldición se había hecho realidad y en ese tiempo alrededor de la aldea crecieron enormes rosales y enredaderas que la rodearon.
Con el paso de los años, pasaron muchos caballeros por la aldea pero ninguno de ellos conseguía despertar a la princesa, hasta que un día un príncipe descubrió en la casa de las hadas madrinas una serie de cuadros que le ayudarían a romper la maldición. Estos cuadros (2) estaban compuestos por ilustraciones en las que aparecía la bella durmiente dormida en un sueño profundo, la bella durmiente con las hadas madrinas y el príncipe besando a la princesa. Así pues, tras encontrar la solución, se dispuso a rescatarla abriéndose camino hacia las enredaderas (3) que rodeaban la aldea hasta que llegó a la habitación donde se encontraba Elisabeth. Este quedó hechizado al ver la belleza de la princesa y se acercó a ella. Se inclinó para darle un beso verdadero y con tan solo rozar sus labios los ojos de la princesa se abrieron convirtiéndose así en la futura mujer del príncipe. Poco a poco la aldea recuperó su alegría, la cual celebraron mediante el enlace del príncipe y la princesa.
(1): Grimm, J., y Grimm, W. (1812). Blancanieves y los siete enanitos.
(2): Collier, J. (1921). La Bella Durmiente [Óleo sobre lienzo]. Colección particular
Klimt, G. (1907). El beso. Viena: Österreichische Galerie Belvedere.
Frederic, L. L. (2009). La bella durmiente [Pintura victoriana]. Museo de Arte de Ponce, San Juan, Puerto Rico: Pintura victoriana del Museo de Arte de Ponce.
(3) Grimm, J., y Grimm, W. (1812). Rapunzel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario