Me desperté de golpe al oír un ruido, no tenía claro si estaba soñando o estaba despierta. Mientras me fijaba en el árbol de Navidad, vi unas sombras: “¿Qué son esas sombras?”. Parecía un pequeño soldado que luchaba contra otros. Me acerqué para comprobarlo, pero no vi más que mi cascanueces, que estaba fuera de su caja, tirado al lado del árbol. No entendía cómo había llegado hasta allí. Observé la habitación en busca de algo que fuera diferente, algo que no tuviera sentido, pero no encontré nada. Cansada de imaginarme cosas, volví al sofá con el fin de dormirme. Pero, cuando estaba a punto de caer en los brazos de Morfeo… ¡Catapum! “¿De dónde sale ese ruido si las ventanas y la puerta están cerradas por el frío invierno?”. Abrí los ojos de golpe y ví a mi soldadito frente a mí. Seguía siendo pequeño, pero ya no parecía de madera, parecía humano. Debía de ser un sueño, pero parecía tan real…
- Princesa Zahara, necesito que nos ayudes, los ratones se han llevado mi bailarina- alertó el soldadito.
Me levanté de golpe del sofá y fui al árbol de Navidad. Efectivamente, el adorno de la bailarina no estaba. Supongo que en algún momento se cayó. Sin embargo, no lo encontré por ningún lado. Volví a mirar al sofá y el soldadito no estaba. “¿Dónde se habrá metido?”. De repente, el ruido del reloj marcando las doce me hizo sobresaltar, era medianoche y todo parecía cobrar vida. Estoy empezando a pensar que el hechizo de Cenicienta era real. Probablemente, me pase lo contrario y ahora todo lo que me rodea es fantasía. Solo espero que esos ratones no hablen… ¡Uuugghh! No era posible que esto estuviera pasando de verdad. “¿Me estaré volviendo loca?”. Al mismo tiempo, todo a mi alrededor parecía hacerse enorme, pero realmente era yo, quien estaba encogiendo hasta llegar al tamaño de un juguete.
- Zahara, date prisa, necesitamos tu ayuda para salvar a la bailarina, no tenemos mucho tiempo- me dijo el soldadito.
“¿Qué se supone que debía hacer ahora?” El pequeño soldado me había dejado sola, en medio del comedor, pero pude verlo irse por esa puerta. Quisiera ver qué se esconde tras ella… Pensé que todo esto estaba pasando por algo, así que decidí ir tras él. Un largo pasillo me separaba de él. Corrí atemorizada de pensar que ya no había vuelta atrás. Al final, encontré una gran sala y, ahí estaba, solo. Pero, “¿qué le estaba ocurriendo?”. Cantaba y de sus ojos salían lágrimas de cocodrilo. El soldadito, en mitad de la sala, cantaba para él:
“I didn't want to be the one to forget
I thought of everything I'd never regret
A little time with you is all that I get
That's all we need, because it's all we can take…”
No comprendía muy bien lo que decía, pero parecía que hablaba sobre ella.
- Soldadito, estoy aquí.
No se sorprendió de verme, pero me dijo:
- ¡Oh, dios mío, estar sin ella sería como estar muerto en vida! ¡Necesitamos reunirnos para pensar un plan y recuperar a la bailarina, mi bailarina!- exclamó, desesperado.
Entonces, comenzaron a salir de todas las esquinas de la sala muchas personitas, yo era una más entre ellas. Era curioso, actuaban como si estuvieran subordinados al soldadito. De hecho, podía observar sus gestos serios y algo tristes, como si incumplir una orden suya fuera a acabar con ellos. “¡Ey!, pero, ¿qué hacen?”. De repente, comenzaron a rodear al pequeño soldadito. Sin piedad lo atacaron hasta dejarlo “sin vida”, quién lo diría. Yo, atónita, no sabía qué hacer. En mi defensa, me atreví a decir:
- Nada de esto es culpa mía, ese soldado me trajo hasta aquí pretendiendo recuperar a su bailarina.
Entonces, todos comenzaron a convertirse en una bailarina, exactamente igual a la que perdí. Una de ellas me dijo:
- Zahara, todas somos la bailarina. La magia negra del maldito soldado nos ocultaba bajo esas máscaras y prendas, haciéndonos pasar por sus aliados. Te engañaba, no estaba buscando a nadie, solo quería que vinieras hasta aquí para hacerte una de las nuestras y vivir esclavizadas sexualmente para él.
“¿Cómo podía ser eso verdad?”. El soldadito que conozco es inocente y bondadoso. Me sentía decepcionada completamente. “¡Qué plomo de soldadito!” En ese momento, vi su lado oscuro y siniestro.
-¿Y ahora, qué?- pregunté desesperanzada.
- Debes huir por donde has llegado antes de que el portal se cierre o quedarás atrapada aquí para siempre- contestó.
- Si yo me voy, vosotras venís conmigo - dije.
- Es demasiado tarde, nuestro destino ya no va a cambiar, pero puedes hacer algo: cuando presencies una situación parecida, protege a la mujer y da aviso a la policía. ¿Lo harás?
- Ten por hecho que lo haré. Ni una más.
Entonces, hice una reverencia y salí de allí, frustrada, pero sabiendo que vuelvo a la vida real con una misión.
Referencias:
[1] En la película Noche en el museo, el guarda se da cuenta de que las estatuas tienen vida porque oye ruidos.
[2] Esta situación hace referencia a la parte de la película de Barbie y el cascanueces en la que la protagonista se despierta y ve la guerra entre el soldadito y las ratas.
[3] En la película Toy Story hay una escena en la que luchan los soldados de juguete.
[4] En el clásico Pinocho, el protagonista es una marioneta de madera que al final de la historia se convierte en niño.
[5] La princesa Zahara es la protagonista de una historia de amor imposible, parecida a la del soldadito de plomo y la bailarina, según cuenta la leyenda de la Cara del Moro de Alicante.
[6] En el álbum ilustrado Cenicienta de Walt Disney, el presente maravilloso que vive la protagonista se va desvaneciendo cuando llegan las doce. Hasta que sus prendas y el carruaje vuelven a ser como eran.
[7] Este fragmento de la canción Instant Crush, de Daft Punk, representa la situación amorosa del soldadito de plomo y la bailarina, una relación que parece imposible, pero que no quieren abandonar.
[8] ¡Qué plomo de soldadito! es una obra de Enric Lluch en la que los juguetes cobran vida.
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